Ecuador 1-2 Perú: Regálame flores, siempre

Nuestra selección hizo historia en Quito y ya está en zona de clasificación. Con dos golazos seguimos en carrera y nos dimos el gusto de dejar fuera a Ecuador. 

Foto: Depor

Por: Alberto Vega

Para hacer historia hay que romper las estadísticas, ley para los que añoran cosas grandes en este maravilloso deporte. Hoy Perú, hizo eso: historia pura. Historia,  a la que no estamos acostumbrado muchos de los 'veinteañeros', ésos, que solo han sabido de derrotas y humillaciones. Sin embargo, un 'Tigre' hoy por hoy nos invita a soñar en grande, a ser atrevidos. Derrocando rachas negativas.


La selección peruana otra vez hizo que derrochemos llanto y angustia, pero, esta vez acabó con una sonrisa dibujada gracias al bombazo de Edison Flores y a la definición exquisita de Paolo Hurtado. Ante Ecuador, era nuestra final y, por supuesto la final del vecino norteño, que fue sometido a la pausa de la blanquirroja en los primeros 45'; es más, hubo momentos que Flores, Guerrero y Cueva llevaron susto al arco defendido por Banguera. Las respuestas de los locales fueron mediante incursiones de Enner Valencia: pelotazos que le ganaban la espalda a los laterales y así se gestaban los ataques de Ecuador. Los centros que llegaban al área peruana eran bien descolgados por contundentes manos de Cáceda, quien no se derrumbó, quien a punta de confianza se paró sobrio en el arco del Atahualpa, a pesar de la lluvia de criticas que le cayeron luego de una apresurada acción ante Bolivia.

A los 25' minutos llegó la jugada que detuvo los corazones de todos los peruanos, un soberbio remate-centro de Jefferson Orejuela hizo que el balón impacte en el travesaño. El grito de gol del Atahualpa se reducía a un "ufff...". Eran instantes donde los locales se había aproximado temiblemente.  La paridad del encuentro era evidente, ambas escuadras con ocasiones en la primera parte, pero el marcador siguió sin moverse.

En los segundos 45' , Cueva enviaba un furibundo remate, tras un pelotazo de Miguel Trauco, el hombre de los pases largos en nuestra selección y que tantos resultados ha dado en este proceso. La llegada peruana en el amanecer del segundo tiempo hacía presagiar algo: que se podría ganar un partido ante un rival que peleaba contra el reloj (al igual que nosotros) y que sucumbía ante la desesperante posesión peruana. Cinco minutos más tarde llegó un remate de Tapia que exigía a Banguera. La premisa peruana no había cambiado en el segundo tiempo, los remates desde fuera seguían generando zozobra en arco ecuatoriano.

Llegadas de Cueva y Carrillo alimentaban más la esperanza peruana, pero el grito se contenía. Igual, había algo que nos decía: "ya llegará".

La explosión llegó  cuando Flores recuperó el balón y pues, todos nos paramos, todos alertas; porque sabíamos que podían pasar cosas, y vaya que sí pasaron. El chiquillo que es tímido al momento de declarar, pero que en el gramado sufre una metamorfosis hizo estallar a los más de dos mil peruanos que se dieron cita al Atahualpa. Eludió a dos ecuatorianos e hizo que a Banguera solo le reste ir a sacar el balón del fondo. El sueño se iba convirtiendo en realidad. Perú plasmada sus intenciones en el marcador.  No pasó mucho para que todo un país esté al borde de la locura, con pases, toques y jugando con la desesperación del rival (nuevamente)  llegó el segundo de Paolo Hurtado. Producto de la asociación que tiene este grupo donde no hay suplentes, donde se muestra solidaridad y respaldo para el compañero. Paolo, definió a placer, con sutileza. El balón fue pidiendo permiso para colarse al fondo de la red.

Todo era alegría en territorio nacional, y obviamente, también había fiesta fuera de nuestras fronteras con aquellos peruanos que viven y la luchan siendo foráneos.  El 2-0 a favor de la blanquirroja era real y nos invitaba a ya mirar la tabla, a seguir haciendo cálculos, pero no; hoy dependemos de nosotros.  El descuento de Enner Valencia hizo que terminemos con el corazón en la mano, sí, es cierto. Pero el pitazo final llegó y la erupción de felicidad se apoderó de todo un sufrido país. Hoy toca sonreír, hoy toca  abrazarnos como país. Gracias peruanos.